La transmisión de afecto presta atención a las emociones primarias (temor, sorpresa, tristeza, disgusto, enojo, anticipación, alegría y confianza), aunque está mediatizado por variables culturales.
Es una de las experiencias que más aporta al núcleo familiar, pues constituye una amalgama de sentimientos positivos (amor, aprecio, apoyo, lealtad, empatía, etc.).
No todas las familias presentan el mismo nivel de afecto, depende de diferentes aspectos como pueden ser los valores, la cultura, la situación familiar, etc. Eso sí, si predominan las emociones positivas, la persona tendrá más confianza y seguridad en sí misma, pero si las que abundan son las negativas, la persona estará a la deriva.
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