Blog realizado a partir de las explicaciones de D. DESIDERIO LÓPEZ GÓMEZ, de sus clases impartidas en la Diplomatura de Educación Social, Facultad de Educación de la Universidad de Salamanca.

domingo, 9 de enero de 2011

Relaciones de poder



En la familia, considerada como un sistema con una serie de funciones, objetivos e interacciones, es lógico que surjan roles y posiciones de liderazgo. De hecho, aquellas familias que no disponen de un liderazgo claro, se caracterizarán por ser familias caóticas, que en consecuencia tendrán más dificultades y serán más vulnerables.

En base al modelo circumplejo de Olson (1985), las familias se distribuyen a lo largo de un continuo en donde el caos y el autoritarismo son dos polos extremos, indicadores al tiempo de un ejercicio poco adecuado del poder.

Hay que tener en cuenta que hablamos de una forma muy general, porque el autoritarismo puede aparecer también en momentos de caos, por ejemplo cuando una familia pasa de una fase a otra, pudiendo ser en estos casos una solución a un momento caótico de transición que salve la crisis y la reconduzca a una nueva jerarquía.

Las familias funcionales tienen más capacidad de negociación y son también más flexibles en el cambio de las normas, con un nivel de participación y directividad que varía en función del momento vital de la familia.

En la cultura occidental, la familia funcional necesita que el liderazgo lo sustente el holón parental, y si esa coalición es fuerte, bien sea simétrica o complementaria, favorecerá en mayor medida el proceso de desarrollo familiar.

Teniendo en cuenta la distribución del poder, en las familias disfuncionales se pueden dar diferentes casos:
1. Luchas de poder entre la pareja.



2. Familias en las que el liderazgo 
depende de los menores


3. Alianzas de poder intergeneracionales
(ej. un progenitor se alía con un hijo frente al otro progenitor)


4. Que otros adultos ejerzan el poder familiar
(ej. los abuelos o profesionales)

El orientador debe procurar que el poder esté claro, impidiendo que esté en los hijos o en personas ajenas al núcleo familiar.

Por otro lado tendrá que analizar la distribución del poder, evitando que sea siempre simétrico o complementario entre los padres, es decir, tratará que dicha distribución no responda a estereotipos ni a roles fijos, sino que favorezca el intercambio de roles entre ambas partes de la pareja.


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